miércoles, 18 de julio de 2007

En la isla.

10 Octubre, 2004

James: Psst, Frances, despierta! Me incorporé aturdida, pero en cuanto vi el rostro serio de James mi sueño se despejó por completo. Monica ya se había levantado y despertaba a Darío con suavidad. Aun en el suelo miré a James con la mayor indecisión, pero él parecía resuelto, aunque no creo que se sintiera tan seguro en realidad. Conocíamos el plan de Zohar y ya estaba puesto en marcha, estaba hecho de algún modo, pero la idea de dejar atrás a nuestros amigos, aquellos con los que 18 días atrás nos habíamos levantado maniatados y medicados de Dios sabe qué sustancias, y con aquel hombre en quien no confiaba en absoluto me mareaba.
- Frances: No estoy segura de nada, James. Y si nos estamos equivocando?
- James: A qué te refieres? Le observé un instante y negué con la cabeza.
- Frances: A nada, es solo que no sé en quién podemos confiar. Después de lo de Anne, y no creo que Irathor se equivocara del todo, sabes?
- James: Pero no podemos arriesgarnos Fran, en esta isla hay gente que quiere hacernos daño y no sabemos porqué ni quiénes son, y particularmente no quiero que nos secuestren a todos para averiguarlo. Un escalofrío recorrió mi piel al pensar en Ligeia, quien había desaparecido enfrente de mi, delante de mis propias narices. A nuestro lado, vi que Darío ya estaba en pie y que iba saliendo del refugio silenciosamente cogido de la mano de Monica. Miré de nuevo a James y asentí.
- Frances: Sí, desde luego.
- James: Pues venga, dame la mano y arriba. Es hora de irse.

Octubre 2003

Nuestro nuevo piso!

Hoy mismo hemos ido a tomar unas fotos.
Me encanta la luz, lo espacioso que es y.. las vistas!


Etienne está muy emocionado.
Quizá un poco más que yo.
Pero vamos a ser felices aquí, lo sé.


viernes, 6 de julio de 2007

Flashbacks de Frances

26 Julio, 2004

Coloqué la última prenda de ropa en la maleta y cerré la cremallera con distracción. Fuera la lluvia caía fuertemente y difuminaba el altivo perfil de la torre Eiffel que envuelta entre tantas nubes parecía muy frágil. Etienne miraba por el cristal a la vez que supervisaba todo mi equipaje y me daba algunas indicaciones para el momento del vuelo, pues como bien sabía los aviones me ponían muy nerviosa.
- .. Y si te llevas una de esas mascarillas para los ojos las luces no te molestarán –terminó por fin. Yo asentí distraída y terminé por fin con el equipaje, colocando la pesada maleta en el suelo.
- Lo sé amor, no te preocupes, lo llevaré bien. Además llevo todo el día tomando esas pastillas de hierbas que no sirven para nada –bromeé. Etienne sonrió.
- Resulta irónico que recentando tantos medicamentos como haces, tengas que conformarte con eso.- Por suerte es lo único que necesito –le dije mientras él se apartaba del amplio ventanal y se acercaba.
- Sí, si por suerte. Aunque ya sabes, si te mareas o te duele la cabeza o sientes nauseas puedes..- Lo sé, en mi bolso llevo lo que nos recomendó el doctor Patrcick. Por cierto si quedas con él alguno de estos días, no te olvides de darle recuerdos.
-Lo haré. Te vamos a echar mucho de menos, bueno, sobre todo yo.. espero. Sonreí y me acerqué a él para abrazarle.
- Todo va a salir bien; estaré de vuelta para Octubre y podrás tenerme para los últimos cinco meses en los que estaré insoportable, por cierto. Etienne rió y me devolvió el abrazo.
- Tú no puedes estar insoportable. Pero gracias por el aviso, que sepas que me comprometo a complacer todos tus antojos, incluso si son a media noche.
- No digas cosas que luego no vayas a hacer –sonreí. Pero en parte, lo decía de verdad. En aquel momento, en aquel cuarto, sentí que yo si cumpliría mi promesa, que le curaría, curaría a aquel del que poco a poco me había enamorado, aquel que no me rodeaba con sus brazos en ese momento. Me aparté despacio y volví a esbozar mi sonrisa. Todo estaba preparado.
- Será mejor que baje, el taxi llegará en cualquier momento. Etienne asintió y se agachó para levantar mi equipaje.

22 de Septiembre de 2004

A mi derecha la ventanilla transaperente mostraba los reflejos del mediodía en las nubes agolpadas del horizonte. El cielo era claro y azul, pero aquellas vistas no coneguían apartar los tristes pensamientos de mi mente.
A mi lado un hombre de traje tamborileaba en la mesilla plegable mientras bebía café y hojeaba un periódico.
- Increible, es increible, si ésto sigue así me decidiré.
Decidió mostrarme la página que leia repleta de letras diminutas y me señaló una tabla con el dedo índice.
Yo le sonreí.
- Lo siento mucho, pero no entiendo demasiado de finanzas.
El hombre pareció decepcionado, pero sonrió.
-Ah bueno, pues si me lo permite, puedo explicarle unas cuantas cosas, ¡aun nos quedan unas cuantas horas de vuelo!
Traté de disimular mis pocas ganas ante tal proposición.
- .. Si, ¿por qué no? Pero antes, tengo que ir un momento al lavabo; si me deja salir..
- Por supuesto.


Una vez en el baño, cerré la puerta y me apoyé despacio en la pared.
Las lágrimas de desplomaban de mi ojos sin poder evitarlo.
Todo había sucedido tan deprisa; ahora ella se había ido y yo regresaba a casa sin nada..
Me miré tristemente en el pequeño espejo y me disponía a lavarme la cara cuando un repentino temblor sacudió fuertemente el avión.